Ron Hammond, profesor de un instituto en Utah, decidió que sus alumnos no compraran ningún libro de texto para sus clases.
El alto coste de los mismos, cada año incrementado muy por encima de la inflación así como la posibilidad de utilizar materiales didácticos alternativos le llevaron a tomar la decisión.
Ron decidió apoyarse en artículos de prensa, fotocopias, libros de biblioteca y en material descargable de internet para que sus alumnos puedan formarse.
Si el gesto de Ron fuera seguido por todos los profesores unos padres podrían ahorrarse por niño unos 800 euros al año en libros de texto.
Sólo gestos, a gran escala, como el de este profesor podrían hacer temblar a las editoriales. No es justo no poder utilizar libros de un año a otro o que materiales didácticos con pequeñas variaciones de un año a otro aumenten su precio por encima de la inflación y sean tan caros.
En lugares con acceso a la sociedad de la información (ordenadores, bibliotecas, etc) y para muchas asignaturas es viable. Ojala cunda el ejemplo.